Juan Ramón Jiménez



                   *  *  *


                   El cauce va quedando fuera, con la resaca.
                   Cada vez es mas baja y mas triste la orilla.
                   Bajo el puente ferroso, el sol, en fuga opaca,
                   pasa una amarillenta y roja pesadilla.

                   ¡Horizontes del agua! Un enorme diamante
                   planea, albino, en el ocaso. El laúd tardío
                   que no puede arribar, ancla, bello y distante,
                   ante el esmerilado poniente igual y frío.

                   Es olor todo el ámbito. Por la marisma hueca,
                   los juncos tienen alas. Y en la lama — ancho viento
                   el sol que muere, como a una gran hoja seca,
                   pinta nervios de luz, en tejido sangriento.
                   
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